dimarts, 29 de desembre del 2015

Saber para vivir - Nieves Blanco


Tras la lectura de dicho texto, podemos decir que encontramos transmisión cultural en cualquier contexto de la vida, ya que, el hecho de compartir y transmitir de generación en generación aquellos saberes y costumbres que perduran en el tiempo es lo que nos hace tener identidad en un grupo social determinado, aunque en la escuela es donde más evidente se puede hacer este hecho.
Seguidamente, otra idea que es importante destacar del texto, es que la transmisión cultural es importante, pero es más importante aún generar conocimientos nuevos porque consideramos que esta es la chispa para que el mundo y la vida continúe, sino fuera así estaríamos ante un estancamiento, por ello Hannah Arent (1996:159) “Los y las enseñantes tenemos un importante papel de medición en ese proceso de conservación del mundo garantizando, para ello, que los y las jóvenes no sean controlados, moldeados, que no se les quite de las manos <su propia oportunidad ante lo nuevo>”.
No obstante, nos preguntamos lo siguiente, si lo correcto es dejar fluir el nuevo pensamiento, ¿Por qué en las escuelas no lo dejan fluir? ¿Por qué se tiende a tener controlado y totalmente estructurado aquello que quieremos transmitir? Es decir, ¿En la escuela solo es correcto aquello que ya ha sido dicho antes, los dogmas, el conocimiento científico? Con esto, lo que hemos olvidado es que, Nieves Blanco (2006:159) “en el origen de la cultura, del conocimiento, hay una red de relaciones que crean, recrean, reproducen e inventan significados ligados a la vida concreta y singular de hombres y mujeres en contextos de realidad específicos y definidos”, así pues, olvidándonos de esto lo que consigue el sistema que nos gestiona es una ausencia de interés por aquello que aprendemos, ya que, en las aulas muy pocas veces encontramos sentido en aquello que aprendemos y aquello que vivimos, es decir, parece que la realidad y el saber vayan por caminos separados, y ahí es donde está el error, y es a partir de ahí cuando nacen las frustraciones y el desinterés tan acentuado que como alumnas podemos decir que muchas veces hemos sentido, ya que, en repetidas ocasiones recordamos haber dicho a lo largo de mi vida académica ¿Y esto para que me va a servir? Por tanto, esto consideramos que es fruto de una desmotivación importante, y un alumno o alumna desmotivada podrá aprobar un examen, pero nunca habrá aprendido con ese aprobado, y mucho menos habrá sentido el disfrute de aprender. 

Asimismo, creemos que el ingrediente perfecto para conseguir una receta perfecta en el ámbito de la educación es crear curiosidad en aquellos que quieren aprender, solo así haremos que los mismo se conmuevan y cuestionen todo aquello que les inquieta, que les mueve, pero para ello es necesario olvidarse de los procesos totalmente estructurados, ya que, esto lo único que va a hacer es condicionarnos. Por ello, también se resalta la idea de diferenciar conocimiento y saber, el saber va más allá porque este se consigue a través de la experiencia, entendiendo  aquello que nos pasa y porque nos pasa, aunque, no hay que renunciar a ninguno, considero que es el saber el que verdaderamente te hace darte cuenta de aquello que aprendemos, aunque no sea de forma directa, ya que, el conocimiento puede ser adquirido de un libro, pero el saber al ir ligado a la experiencia siempre va a ser algo nuestro, único  e irrepetible, y esa enseñanza es muy difícil que se borre por mucho tiempo que pase, en cambio, cierta teoría adquirido de un manual, sí es conocimiento, pero tiene más posibilidad de ser olvidado a la larga.
De este modo, hay que poner en marcha un transmisión cultural que ayude a los individuos que llegan al mundo a crecer, y esto solo puede conseguirse cuando los docentes actúan como guía en base a una libertad, es decir, no se trata de decir: Esto es lo que tienes que aprender, se trata de entender la educación como un proceso de acompañamiento, ya que, como bien dice María Zambrano (1967:117) “Educar es preparar para la libertad”, por tanto, ante esto podemos añadir que, la educación debe entenderse como un dejar hacer, un dejar cuestionarse, es así como encontraremos el sentido verdadero al saber.
Por lo anteriormente dicho, podemos ver que no tiene sentido alguno empaquetar el saber en contenidos, ya que, haciendo esto estamos privando al saber de libertad, y como consecuencia, privando de libertad a aquellos que están implicados en el mismo, pero ¿Por qué la escuela lo hace? Tal vez, esto es consecuencia del interés económico que mueve al sistema, el interés en categorizarlo todo y enfocarlo todo hacia el mercado, pero este es el problema, porque así conseguimos personas mecanizadas, sin iniciativa, y esto bajo nuestro punto de vista, ni es educación, ni es saber, ni es conocimiento.
En definitiva, lo ideal para conseguir ese saber al que tanto anhelo tenemos, sería hacer una fusión entre lo que ya conocemos y lo que surge nuevo, como dice Hannah Arent (1996:181) “Mediar entre lo viejo y lo nuevo, esa es la esencia de la tarea docente”. Así, conseguiremos estar en contacto directo con aquello que queremos conocer, el estar en contacto directo implica estar saboreando  lo que aprendo, la cual, es otra idea que se plasma en el texto y me resulta muy interesante, ya que, desde esta idea debería partir toda la práctica educativa.  

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